La Gnosis precristiana y cristiana

La gnosis tuvo un desarrollo institucional casi nulo por la naturaleza de los principios que cultivó en los primeros años de la era cristiana. En los lugares en los cuales prosperó como filosofía, y no como pensamiento religioso, la comunidad letrada discutió ampliamente sobre este tema y logró ser preponderante en sectores de la población alejandrina y en otros escenarios e donde la cultura helenística fue difundida.

Su ausencia de institucionalidad permitió su extinción como pensamiento socialmente aceptado ante la persecución de la Iglesia Católica que hacia el siglo IV inició la oposición sobre esta ideología que además poseía un tinte místico muy fuerte.

Pero hoy sabemos por los textos de la Biblioteca de Nag Hammadi que los primeros cristianos fueron gnósticos y que su pensamiento perduró hasta el siglo V o VI para mudar hacia la doctrina cristiana católica.

El pensamiento gnóstico cristiano es lo que podríamos denominar pensamiento místico cristiano primitivo.

Doctrina

Es una síntesis de una tradición que proviene de diversos orígenes en la que se recogen ideas como aquella de la existencia de un Dios increado del que surge un Demiurgo Creador y de otros diversos personajes emanados o creados. Este Demiurgo quiso imitar a Dios y creó el universo material visible en el que vivimos. Estas ideas nos recuerdan el mito de la creación egipcio de Nun.

También se habla de la doctrina de la emanación y del Pleroma en el cual hay diversidad de seres que hacen parte del Ser Divino.

En algunos pensadores como Platón, este universo es creado desde un mundo arquetípico que subyace en la mente de un Demiurgo creador. 

Basílides y otros autores y pensadores gnósticos afirmaban que este Demiurgo quiso imitar al Dios increado y al ejercer esa intención provocó el surgimiento o creación de los mundos materiales los cuales son caóticos. A pesar de esto, los seres humanos tienen una Divina chispa espiritual que puede ser rescatada separando lo increado que es lo Divino de lo creado (es el centro del ejercicio gnóstico).

Hacia arriba nuestro se encuentra el Logos que luego fue identificado con el Cristo y con ello, se da origen a la Gnosis cristiana la cual fue adaptada rápidamente a este escenario por los primeros cristianos. 

En las distintas doctrinas gnósticas, incluida la nuestra, esto sigue siendo así: el adepto debe trabajar por encontrar en sí mismo la partícula Divina a la cual debe Reintegrarse o fundirse para lograr el triunfo de la Gnosis. Al convertirse el adepto en esa partícula se convierte en Dios mismo y su envoltura de personalidad se disuelve. El Logos Cristo se encarna y es la liberación final.


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